Vivimos en modo acelerado: trabajo, pendientes, tráfico, compromisos sociales. Y aunque tengas días libres, sin darte cuenta sigues con la urgencia interna. Por eso muchos psicólogos recomiendan definir un “día sin prisa”: un día al mes donde te mueves despacio, comes sin correr, no aceleras al manejar y no llenas tu agenda.
Este tipo de descanso activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de la relajación profunda. Mejora tu digestión, regula tu respiración y baja tus niveles de estrés. Además, te ayuda a reconectar con actividades simples que disfrutabas sin darte cuenta: caminar, cocinar, escuchar música.
No necesitas viajar para descansar. A veces solo necesitas bajar la velocidad.
– Por Paco Corral
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