No todo lo que aprendes tiene que servir para tu trabajo o tus metas. A veces, aprender algo aparentemente inútil —hacer globos con figuras, tocar una canción sencilla, resolver un cubo Rubik, memorizar capitales del mundo— tiene beneficios enormes para el cerebro y la salud emocional.
Actividades así reducen el estrés, aumentan la neuroplasticidad y mejoran la memoria. Además, te dan una sensación de logro rápida y ligera, sin la presión de “tener que ser bueno”. Son un recordatorio de que la vida también puede ser juego, no solo productividad.
Sorprendentemente, quienes incorporan estos mini-aprendizajes suelen sentirse más motivados, creativos y flexibles mentalmente. Lo inútil… también nutre.
– Por Paco Corral
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