Prepararle comida a alguien tiene un impacto emocional enorme. La cocina es un acto de cariño visible: inviertes tiempo, esfuerzo y dedicación. Quien cocina fortalece su sentido de propósito, y quien recibe se siente valorado.
Además, cocinar te permite experimentar creatividad y reduce el estrés porque requiere concentración plena. Es una de las formas más ricas de demostrar amor… y de compartir bienestar.
– Por Paco Corral
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