Hay tareas que aplazamos sin razón: responder un correo, tender la cama o hacer una llamada rápida. Pero, según el escritor David Allen, creador del método Getting Things Done, existe una fórmula sencilla: si algo te toma menos de dos minutos, hazlo al instante.
Esta técnica elimina la acumulación de pendientes y genera una cadena de acción. Cuando completas algo, aunque sea pequeño, tu cerebro libera dopamina, lo que te motiva a seguir avanzando. Además, aplicar esta regla ayuda a mantener el orden mental y físico: un escritorio limpio o una bandeja de entrada vacía pueden cambiar tu día.
Empieza por las tareas más simples y verás cómo poco a poco el hábito se convierte en una forma de pensar. No se trata de hacer más, sino de eliminar el peso de lo pendiente. En productividad, las pequeñas victorias cuentan más de lo que parece.
– Por Paco Corral
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