Tomar agua es tan básico que solemos olvidarlo, pero hidratarte intencionalmente puede cambiar tu estado mental de inmediato. Cuando el cuerpo está ligeramente deshidratado cosa que pasa más seguido de lo que creemos el cerebro reduce su rendimiento: cuesta más concentrarse, aparece irritabilidad y baja la energía.
La “pausa del agua” consiste en detener lo que estés haciendo, beber agua conscientemente, hacer tres respiraciones profundas y seguir con tu día. Es un ritual de 60 segundos que activa tu sistema nervioso parasimpático, ayudando a recuperar calma y enfoque.
No se trata de tomar litros, sino de convertir un gesto básico en una señal mental: “aquí empieza un mejor ritmo”.
– Por Paco Corral
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