Cerrar etapas no siempre requiere grandes decisiones o discursos emotivos. Muchas veces, los rituales pequeños —guardar un objeto, escribir una nota, cambiar algo de lugar, regalar algo simbólico— ayudan al cerebro a entender que una fase terminó y otra comienza. Estos rituales dan sentido emocional a los cambios y evitan que las experiencias queden “abiertas” en la mente.
Desde la psicología, los rituales ayudan a procesar pérdidas, cambios laborales, mudanzas o finales de relaciones. No es superstición, es estructura emocional. El cerebro necesita señales claras para soltar y avanzar. Sin ellas, es común quedarse anclado en el pasado.
Crear tus propios rituales personales te da control sobre los cierres y te permite avanzar con mayor paz. A veces, un gesto sencillo tiene más poder que mil palabras.
– Por Paco Corral
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