Vivimos en una cultura donde todo tiene que ser útil, medible o rentable, pero esa mentalidad termina agotando incluso a las personas más disciplinadas. Tener espacios “no productivos” —momentos donde no buscas lograr nada— es fundamental para la salud mental. No hacer nada con intención permite que el cerebro descanse de la exigencia constante y procese emociones que durante la semana quedan reprimidas.
Estos espacios no son pérdida de tiempo, son recuperación. Pueden ser sentarte a escuchar música, mirar por la ventana, caminar sin rumbo o simplemente estar en silencio. Cuando el cerebro no está persiguiendo un objetivo, activa procesos creativos y de regulación emocional que no aparecen bajo presión.
Paradójicamente, quienes se permiten estos espacios suelen ser más productivos, porque regresan a sus actividades con mayor claridad, energía y creatividad. Descansar sin culpa también es una forma de avanzar.
– Por Paco Corral
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