Hay un motivo por el que ver películas clásicas o antiguas resulta tan relajante para muchas personas. Aunque el entretenimiento actual es más rápido y ruidoso, las películas de décadas pasadas tienen un ritmo narrativo más lento que reduce la sobreestimulación y permite que el cerebro procese la historia sin prisa. La música suave, los planos largos y la ausencia de efectos excesivos generan una sensación de refugio emocional.
Además, ver cine antiguo conecta con la nostalgia, incluso si no viviste esa época. La nostalgia activa zonas del cerebro relacionadas con el bienestar emocional y la memoria autobiográfica, generando una sensación reconfortante. Este tipo de películas también permiten estudiar cambios culturales, observar la moda, los valores y las narrativas de otros tiempos, lo que puede ampliar la perspectiva del mundo.
Incorporarlas en tu rutina puede ayudarte a desconectarte del estrés digital, mejorar tu apreciación artística y ofrecerte momentos de calma consciente. Es una forma de entretenimiento que también funciona como terapia emocional, accesible desde casa.
– Por Paco Corral
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