Dormir durante el día suele estar asociado con flojera, pero las siestas cortas, de entre 10 y 20 minutos, tienen efectos muy positivos en el rendimiento. Estas permiten al cerebro “resetearse”, lo que mejora la memoria, la atención y la creatividad. Una siesta breve puede ser suficiente para recuperar energía sin afectar el sueño nocturno.
Países como España y Japón incluso han incorporado culturalmente estas pausas dentro de la rutina. Eso sí, lo importante es que la siesta no supere los 30 minutos, ya que dormir más tiempo puede provocar somnolencia y dificultar el descanso en la noche. Practicar siestas inteligentes no solo es un hábito saludable, también puede ser un aliado poderoso en jornadas laborales exigentes.
Por Paco Corral
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