Actividades que requieren precisión manual —como armar rompecabezas, tejer, modelar arcilla, tocar un instrumento o incluso hacer origami— estimulan zonas del cerebro relacionadas con la memoria y la planificación. Neurocientíficos han encontrado que los movimientos finos mejoran la densidad de conexiones neuronales, algo que normalmente asociamos con ejercicios mentales, pero también sucede con el trabajo manual.
Además, estas actividades reducen el estrés porque obligan a enfocarte en una sola cosa. Cuando tus manos están ocupadas, tu cerebro entra en un estado de atención plena, similar al mindfulness, lo que ayuda a bajar la ansiedad y mejora la capacidad de concentración a largo plazo. Es una excelente herramienta para adultos que pasan muchas horas frente a pantallas.
– Por Paco Corral
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