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El valor de aprender a pedir ayuda sin sentirte débil

Durante mucho tiempo se nos ha enseñado que pedir ayuda es sinónimo de incapacidad, cuando en realidad es una habilidad emocional clave. Saber cuándo necesitas apoyo demuestra autoconocimiento y madzurez, no debilidad. Desde la psicología, pedir ayuda reduce la carga mental, evita el desgaste emocional y previene errores derivados del cansancio o la saturación.

Además, cuando pides ayuda, fortaleces vínculos. Das a otros la oportunidad de participar, de aportar y de sentirse útiles. En el trabajo, en la familia o con amigos, esta práctica mejora la comunicación y genera entornos más colaborativos. Nadie puede con todo siempre, y aceptar eso te permite avanzar con menos presión.

Aprender a pedir ayuda también te enseña a poner límites y a reconocer tus propios recursos. Es una forma sana de cuidarte y de construir una vida más equilibrada.

– Por Paco Corral
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