En una sociedad que premia la hiperconexión, hacer silencio se ha vuelto un acto de rebeldía. Pasar unos minutos sin música, sin notificaciones y sin conversaciones externas activa regiones del cerebro relacionadas con la memoria y la creatividad, según investigaciones de la Universidad de Duke.
El silencio reduce el cortisol, mejora la concentración y ayuda a escuchar con más atención lo que realmente piensas y sientes. Practicarlo no significa aislarse del mundo, sino aprender a disfrutarlo con menos ruido. Una caminata sin audífonos o cinco minutos de quietud antes de dormir pueden hacer más por tu mente que cualquier scroll nocturno.
– Por Paco Corral
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