La música tiene un efecto directo en el cerebro: puede alterar el ritmo cardíaco, liberar dopamina y cambiar nuestro estado emocional casi de inmediato. Por eso, escuchar música no solo es un placer, sino también una herramienta poderosa para mejorar el ánimo, concentrarse o relajarse.
Según un estudio de la Universidad de Stanford, las personas que escuchan música instrumental suave mientras trabajan o estudian tienen un 15% más de retención de información. Por otro lado, los ritmos alegres y enérgicos activan zonas del cerebro relacionadas con la motivación, lo que explica por qué muchos entrenamientos incluyen playlists de alta intensidad.
Así que la próxima vez que te sientas desanimado o bloqueado, prueba cambiar el ambiente con una canción. A veces, una buena melodía puede ser justo lo que necesitas para volver a conectar contigo mismo.
– Por Paco Corral
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