Vivimos obsesionados con que todo “sirva para algo”: que un hobby genere dinero, mejore el currículum o tenga un resultado medible. Sin embargo, tener actividades sin objetivos claros —dibujar sin aprender técnicas, tocar música sin perfeccionarla, armar cosas solo por gusto— tiene un valor psicológico enorme.
Este tipo de hobbies activan el juego, una función mental clave para reducir el estrés y fomentar la creatividad. Cuando haces algo solo por disfrute, tu cerebro baja la presión del rendimiento y entra en un estado más relajado, donde aparecen ideas nuevas y se procesa mejor la emoción acumulada.
Además, los hobbies sin meta fortalecen la identidad personal fuera del trabajo. Te recuerdan que no eres solo lo que produces, sino también lo que disfrutas. Y eso, en una vida adulta saturada, es profundamente sano.
– Por Paco Corral
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