Antes, encontrar un café de especialidad era exclusivo de grandes ciudades como Nueva York o París. Hoy, esta tendencia ha llegado a ciudades medianas y pequeñas, donde consumidores buscan calidad, trazabilidad del grano y métodos de extracción más cuidados.
Los baristas se han convertido en figuras clave de esta tendencia, ofreciendo experiencias personalizadas y explicando el origen del café. Así, tomar una taza deja de ser un simple hábito para convertirse en un ritual.
Además, estos cafés suelen promover comercio justo y sostenibilidad, lo que atrae a una generación más consciente. Lo interesante es que no se trata solo de una moda, sino de un cambio cultural que posiciona al café como una experiencia completa.
Por Paco Corral.
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