Tu casa no solo es un espacio físico, también es un reflejo de cómo te sientes. Un hogar que te hace sentir bien no necesita ser grande ni perfecto, basta con que tenga elementos que te den paz. Los colores, la luz, el orden y hasta los aromas pueden transformar por completo la energía del lugar donde vives.
La psicología del entorno explica que los espacios que transmiten calidez y organización mejoran el estado de ánimo y reducen la ansiedad. Pequeños detalles como colocar flores frescas, tener una vela encendida o mantener las superficies limpias pueden ayudarte a sentirte más relajado.
Tu hogar debe ser tu refugio, no una lista interminable de pendientes. Hazlo un sitio donde disfrutes estar, porque al final, todos necesitamos un lugar que nos abrace cuando el mundo se vuelve caótico.
– Por Paco Corral
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