Muchas veces nos sentimos cansados no por hacer demasiado, sino por hacer demasiadas cosas sin importancia real. Definir prioridades no significa llenar listas infinitas, sino identificar qué tres cosas merecen tu energía en el día o la semana. Todo lo demás puede esperar, delegarse o incluso eliminarse.
Cuando intentas hacerlo todo, el cerebro entra en un estado de alerta constante que termina en agotamiento. En cambio, priorizar reduce la ansiedad porque sabes exactamente qué atender primero. Además, permite disfrutar los logros sin sentir que siempre “falta algo”.
Priorizar no es renunciar; es proteger tu energía para lo que realmente importa. Es una habilidad que se aprende y se perfecciona con práctica.
– Por Paco Corral
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