Trabajar siempre en el mismo lugar puede provocar saturación mental, aunque no lo notes. El cerebro asocia espacios con estados emocionales; si un lugar se relaciona con estrés, presión o cansancio, tu rendimiento baja automáticamente. Cambiar de entorno —una cafetería tranquila, una biblioteca, una terraza— reactiva la atención y renueva la motivación.
Este cambio estimula la novedad, uno de los motores principales de la concentración. Al estar en un espacio distinto, el cerebro se mantiene alerta y reduce el piloto automático. Muchas personas descubren que tareas que les costaban horas fluyen mucho mejor fuera de su entorno habitual.
No se trata de huir del trabajo, sino de elegir conscientemente dónde hacerlo. A veces, cambiar el espacio es más efectivo que cambiar la tarea.
– Por Paco Corral
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