Coleccionar objetos —ya sean discos, figuras, monedas, ropa vintage o incluso entradas de conciertos— ha sido objeto de estudio en psicología por su vínculo con el bienestar. Las colecciones estimulan la dopamina, fomentan la organización mental y generan un sentido de propósito al buscar, clasificar y cuidar los objetos. Más allá del valor material, una colección funciona como una autobiografía física: cada pieza guarda un recuerdo, una época, una emoción.
Tener una colección también mejora la concentración y la paciencia, habilidades que se diluyen en la vida rápida y multitarea actual. La búsqueda de nuevas piezas puede convertirse en una actividad relajante, motivante e incluso social, al conectarte con comunidades que comparten tus gustos. Y aunque hay colecciones costosas, también existen otras totalmente accesibles: postales, plantas secas, stickers, libros usados o incluso fotografías de lugares visitados.
Coleccionar no es acumular; es dar sentido a los objetos y construir un espacio personal que nos haga sentir acompañados. En tiempos donde la vida se mide en “datos digitales”, volver a lo tangible puede ser una fuente profunda de bienestar.
– Por Paco Corral
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