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Viajar solo al menos una vez en la vida cambia tu forma de tomar decisiones

Viajar solo no es únicamente una experiencia emocionante: también mejora la capacidad de resolver problemas en situaciones reales. Cuando una persona viaja sin compañía, el cerebro entra en un modo de alerta positiva, en el que cada decisión desde cómo llegar a un lugar hasta qué hacer si se retrasa un transporte activa regiones relacionadas con la autoconfianza y la autonomía. Por eso, quienes viajan solos suelen regresar con mayor seguridad personal.

Además, enfrentarse a culturas nuevas fortalece la flexibilidad cognitiva, la capacidad de adaptarse y aprender rápido. Esto impacta en el trabajo, en los estudios y hasta en la vida emocional, porque la mente se acostumbra a tolerar la incertidumbre en lugar de temerle. Algo tan simple como pedir comida en un idioma que no dominas ya es un ejercicio de valentía.

Viajar solo también permite reconectar contigo mismo sin distracciones externas. La soledad bien elegida ayuda a entender qué quieres, qué te molesta y qué necesitas cambiar. Muchos viajeros experimentan un “reset mental” que mejora su bienestar por meses.

– Por Paco Corral
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