Durante años, los videojuegos fueron señalados como una pérdida de tiempo o una distracción dañina. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que jugar puede tener efectos positivos en el cerebro y en la salud mental. La American Psychological Association ha encontrado que los videojuegos estimulan la toma de decisiones rápidas, mejoran la coordinación ojo-mano y fortalecen la capacidad para resolver problemas complejos.
Además, títulos cooperativos o en línea fomentan el trabajo en equipo y la comunicación, habilidades que se trasladan al mundo real. Incluso los juegos de mundo abierto o estrategia pueden estimular la creatividad y la planificación. Más allá del entretenimiento, algunos videojuegos se utilizan hoy como herramientas terapéuticas, especialmente en personas con ansiedad o trastornos del estado de ánimo, al ayudarles a mantener la atención y generar sensación de logro.
Por supuesto, el equilibrio es clave: la diferencia entre una actividad saludable y una adicción está en la moderación. Jugar un par de horas a la semana puede ser una forma efectiva de liberar estrés y mantener la mente activa, siempre que no se pierda el control del tiempo ni se descuide la vida cotidiana.
Por Paco Corral
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