El wombat, un marsupial australiano, produce heces con forma cúbica debido a la estructura de su intestino, que comprime el material de manera desigual.
Este curioso mecanismo evita que sus heces rueden por las pendientes, permitiéndoles marcar su territorio de forma precisa. Es un ejemplo asombroso de cómo la anatomía puede adaptarse a funciones insospechadas.