En medio del dolor que ha dejado la tragedia del pasado 10 de septiembre, una historia particularmente desgarradora salió a la luz este martes: una mujer que permanecía hospitalizada tras la explosión de la pipa de gas en el distribuidor vial de La Concordia, falleció en total soledad, sin que hasta el momento haya sido identificada por familiares o amigos.
La víctima fue ingresada al Hospital Magdalena de las Salinas, en la Unidad Victorio de la Fuente, con quemaduras en el 80% de su cuerpo, muchas de ellas en el rostro, lo que dificultó aún más su reconocimiento. Los médicos difundieron desde el primer día la fotografía de un tatuaje con la palabra “Laurel”, considerado su único rasgo identificable, con la esperanza de que alguien pudiera localizar a sus familiares.
Sin embargo, con el paso de los días, nadie acudió a buscarla ni preguntó por ella. La falta de información también complicó determinar su edad: los especialistas estimaron que podría tener entre 15 y 50 años, descartando que se tratara de una adulta mayor o una menor de edad.
De acuerdo con testimonios de sobrevivientes, debajo del puente de La Concordia solían habitar personas en situación de calle, lo que abre la posibilidad de que la mujer perteneciera a este sector vulnerable de la población. Sumando un total de 17 persona fallecidas en este accidente.