Los niños y niñas altamente sensibles son aquellos que nacen con un sistema nervioso característico, que les hace sentir y pensar de una peculiar forma. Son niños y niñas que se emocionan más que el resto y en la mayoría de los casos lo manifiestan en su comportamiento. Se trata de una característica innata del temperamento al que llamamos Rasgo de la Alta Sensibilidad, estudiado desde los años 90 por la psicóloga e investigadora científica Eliana Aron.
Los niños NAS perciben los estímulos de forma más intensa que el resto de niños(as), y también procesan más información en las situaciones nuevas que sus iguales. Generar y percibir tantos estímulos en poco tiempo de reacción, hace que se estresen más que otros niños y niñas. Por ello podríamos decir que el NAS se siente sobreestimulado con facilidad.
El NAS siente y se emociona más que el resto, es más consciente de las pequeñas cosas sutiles de su entorno desde edades tempranas, e incluso es más reactivo al afecto y los sentimientos de otra persona. El conjunto de todos estos factores forman el citado Rasgo que caracteriza al NAS. En resumen, el NAS nace con unas características que van a determinar su personalidad y le van a acompañar a lo largo de toda su vida. Características relacionadas con su forma de percibir el mundo que le rodea, y por tanto de su forma de sentir y de actuar.
Los NAS pueden manifestar su rasgo en contextos sociales, por ejemplo en la forma de relacionarse con otros niños. Sobre todo en sus primeras interacciones, tales como, al llegar a un colegio nuevo o bien, al hacer nuevos amigos en un parque. En estas situaciones se suelen mostrar más tímidos o retraídos, en cambio, ante situaciones sociales dónde sienten que hay confianza, pueden llegar a ser grandes líderes.
También en clase, manifiestan su rasgo cuando deben prestar atención o expresar su creatividad. En ocasiones parecen dispersos cuando en realidad lo que les ocurre es que “son felices en su juego imaginativo”.
Detalles que nos pueden alertar de ser un NAS pueden ser: molestias ante algunos tejidos, no soportar los ruidos, ciertos olores le resultan insoportables, dificultad para dormirse tras un día de intensa actividad, etc.
Aunque no todo son molestias, los NAS en realidad son niños muy despiertos, creativos y emocionalmente contagiosos. Se pueden comportar como auténticos perfeccionistas. En ocasiones, es la alta capacidad a la hora de sentir lo que nos llama la atención del NAS. Esta capacidad la muestran con preguntas curiosas, a veces hablan como si fueran un niños más mayores de lo que son realmente. Incluso, las personas más cercanas se asombran y cuestionan si estamos ante un niño con una inteligencia muy desarrollada.
Un niño altamente sensible se caracteriza por cuatro grandes rasgos. Uno: la fineza sensorial. Su sistema neurosensorial es tremendamente agudo, por lo que son capaces de percibir todos los estímulos tanto exteroceptivos, es decir toda la información proveniente del exterior a través de los sentidos (ruidos, olores, texturas…) Así como los Interceptivos, es decir la percepción de sus propios estados internos: dolores, molestias, así como estados emocionales. El segundo de los aspectos está relacionado con el procesamiento profundo de la información. Su capacidad de análisis de toda esta información que perciben es intensa, aguda, y profunda. No se les escapa nada.
La conciencia, entendida como la capacidad de prestar atención a los propios estados y a todo lo que sucede alrededor, y que se encuentra alojada en la ínsula, una parte pequeñita del cerebro, se ha demostrado que está hiper activada en las personas altamente sensibles. El tercer de los rasgos estaría relacionado con la propia sensibilidad, intensidad a la hora de experimentar las emociones, gran empatía y compasión, y fuerte emotividad. Y la última de las características, fácilmente predecible a partir de las tres anteriores, tiene que ver con la sobre estimulación.
Los niños altamente sensibles tienen más tendencia a traumatizarse, a experimentar las cosas de una manera muy intensa, y a desarrollar ansiedad y depresión en la adolescencia o edad adulta si viven en un entorno hostil y poco respetuoso con sus necesidades afectivas y emocionales. Por contra, los experimentos científicos también nos informan de que se benefician especialmente de las terapias, de los libros de autoayuda, etc. Precisamente por esa capacidad de introspección, de inteligencia y sensibilidad que les caracteriza .
Es muy importante respetar la personalidad de nuestro hijo sea cual sea, invertir tiempo en conocerle bien, y aceptarle. El mejor regalo que podemos hacer a un hijo siempre es el amor incondicional. Y en segundo lugar aprender a acompañarle, a educarle y a guiarle de manera que la sensibilidad se convierta en un don, y no en un regalo envenenado, que sería la cara oscura de este rasgo. Ten encuenta que ser tan consciente de todo, tan sensible en un mundo extraordinariamente complejo, que a menudo deja de lado las emociones, que considera débil o frágil a una persona sensible, puede hacer mucho daño.
