Son los medicamentos del momento y sin duda la gallina de huevos de oro de la industria farmacéutica. Fármacos como el Ozempic, el Wegovy o el Mounjaro han demostrado ser un arma muy eficaz para conseguir importantes pérdidas de peso en los pacientes, lo que los hace indudablemente muy atractivos para aquellas personas que padecen obesidad. El problema es que al ser tan recientes no conocemos exactamente sus efectos adversos a largo plazo. Y esto es un grave problema.
Aunque estos fármacos ahora mismo se encuentran disponibles en el mercado, la ciencia tiene la obligación de seguir investigando su eficacia y también los efectos secundarios a largo plazo. Por ello, tres nuevas y exhaustivas revisiones científicas de Cocharne, solicitadas por la propia OMS, lo confirman: funcionan y logran una pérdida de peso significativa, aunque luego hay un efecto rebote. Pero más allá de esto hay varios problemas que seguramente no se comentan tanto.
Las mismas revisiones que alaban su eficacia lanzan una advertencia contundente: la fuerte implicación de las compañías farmacéuticas en la práctica totalidad de los estudios analizados genera serias inquietudes. La evidencia sobre la seguridad a largo plazo, los efectos secundarios y cómo los vínculos financieros podrían estar influyendo en los resultados sigue siendo, según los investigadores, “limitada o incierta”.
La cara A. El análisis hecho por Cochrane evaluaron tres de los principales agonistas del receptor GLP-1. Estos fármacos, que originalmente se pensaron para el tratamiento de la diabetes de tipo 2, imitan a una hormona natural que secreta nuestro cuerpo que es la GLP-1. Al incrementar su concentración, lo que se logra es que el paciente se sienta lleno durante mucho más tiempo, y por ende no ingiera tanta comida.
