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Las tormentas secas y su origen

No son sensaciones tuyas: las tormentas de este verano han sido más brutales y destructivas que nunca. Y lo dicen los datos de AEMET. Pero para entenderlo bien, tenemos que ir un paso más allá: tenemos que entender el que quizás sea uno de los elementos clave del enorme problema actual, las tormentas secas.
Una tormenta es, en esencia, un choque, un impacto, una violenta ‘discusión’ entre dos masas de aire con diferentes temperaturas y presiones. El aire cálido y húmedo asciende rápidamente y eso genera perturbaciones atmosféricas acompañadas de descargas eléctricas (relámpagos y truenos), vientos fuertes y precipitaciones de lluvia, nieve o granizo.
Sin embargo, a veces, pese a que la tormenta sí contenga humedad en los niveles más altos de la atmósfera, no llueve. Hay rayos, hay vientos enfurecidos, hay nubes de gran desarrollo vertical; pero no hay precipitaciones que lleguen al suelo. A eso lo llamamos tormenta seca.
Como decíamos, la principal característica de este tipo de tormentas es la actividad eléctrica (rayos y truenos) sin precipitaciones significativas en la superficie. Sin embargo, explicar el proceso y sus características es un poco más complicado:
No es que no llueva, es que las precipitaciones se evaporan antes de tocar el suelo. Esto ocurre porque esas gotas atraviesan una capa de aire muy cálido y seco. Es lo que se conoce, en términos técnicos, ‘virga’.
Por motivos obvios, se suele formar en ambientes áridos, desérticos o durante olas de calor extremas. Si el aire en contacto con el suelo está excepcionalmente seco, la probabilidad de evaporación en la caída aumenta.
Nada de esto tiene que ver con su actividad eléctrica, que es mucha. Si por algo llaman la atención este tipo de tormentas es la cantidad de truenos y relámpagos que desarrollan.
Y si por algo son preocupantes es por las ráfagas de viento descendentes (provocadas por ese proceso de evaporación de la lluvia) que elevan de forma muy peligrosa el riesgo de incendios.
En realidad, no hay nada extraño en las tormentas secas. Son, a todos los efectos, tormentas normales. Lo “raro” es lo que pasa en el suelo: altas temperaturas y bajas humedades que favorecen la evaporación de la lluvia.
Esto simplifica las cosas porque el proceso de es idéntico al de cualquier tormenta eléctrica convencional: aire inestable, suficiente humedad en niveles altos y medios, y un mecanismo de ascenso (calor intenso, en este caso). Todo lo demás, generación de precipitación incluida, es muy parecido.