Las Navidades siempre han sido un territorio delicado para la relación con la comida. Reencuentros familiares, mesas llenas y comentarios aparentemente inofensivos convierten estas fechas en una especie de examen silencioso del cuerpo. Durante años, la respuesta fue la dieta exprés previa a las fiestas. Hoy, en muchos casos, la conversación gira en torno a una inyección semanal.
En Estados Unidos, hubo casos de personas que se saltaron su pinchazo de Ozempic para disfrutar del día de Acción de Gracias, según The Wall Street Journal. El fenómeno en España es menos visible, pero la pregunta es inevitable: ¿qué ocurrirá estas Navidades y qué consecuencias puede tener ese salto?
Ozempic en España: un uso discreto en auge. Ozempic u otros fármacos basados en semaglutida o tirzepatida tienen acceso restringido, requieren receta médica y, en teoría, prioridad para pacientes con diabetes. Aun así, su uso para la pérdida de peso existe y va en aumento, especialmente en el ámbito privado. “En consulta empiezan a aparecer dudas sobre qué hacer con estos fármacos en fechas señaladas como Navidad”, explica el doctor Víctor Bravo, endocrinólogo entrevistado en Xataka. “No siempre se verbaliza como ‘me voy a saltar la dosis’, pero sí aparece la idea de ‘parar un poco’, ‘ajustar’ o ‘ya veré después de las fiestas'”.
La diferencia con Estados Unidos es de grado, no de naturaleza. Allí el debate es público y masivo. Aquí empieza de forma más silenciosa, pero con las mismas raíces: miedo a perder el control, presión social y una relación compleja con la comida que las fiestas intensifican.
Entender bien qué es. Ozempic no es un inhibidor del apetito puntual ni una ayuda cosmética. Su principio activo es la semaglutida, un fármaco que replica la acción de la hormona GLP-1 que el cuerpo libera tras las comidas. Esa hormona interviene en la regulación de la insulina y en las señales de saciedad, por lo que el tratamiento reduce el apetito y prolonga la sensación de estar lleno.
“Esto es importante entenderlo bien”, subraya Laura Albó, psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria y trauma EMDR, con quien hemos charlado en Xataka. “No es una pastilla que te quita las ganas de comer solo ese día. Es un tratamiento que modifica la señalización del hambre y la saciedad de forma continuada. Interrumpirlo no es neutro”. Además, como recuerdan las revisiones científicas analizadas recientemente por la OMS, estos fármacos funcionan para perder peso, pero no están exentos de efectos secundarios ni se conoce aún con certeza su impacto a largo plazo. Náuseas, molestias digestivas y, en algunos casos, abandono del tratamiento forman parte del panorama real.
