El investigador del Cinvestav, Eduardo Batllori Sampedro, señaló que las grandes empresas porcícolas deberán desarrollar mejores sistemas de tratamiento de agua y control de olores, ante las constantes quejas de las comunidades cercanas, especialmente aquellas ubicadas en zonas urbanas.
Explicó que el principal problema radica en el saneamiento, pues aunque algunas granjas cuentan con biodigestores que pueden eliminar hasta el 90 por ciento de los contaminantes, el agua resultante aún conserva niveles considerables de residuos que impiden su vertido directo a cuerpos de agua.
“Requiere una tecnología más seria. No basta con el biodigestor; se necesita una planta que realice un tratamiento secundario para reducir nitrógeno, sodio suspendido y otros parámetros”, detalló el investigador.
Batllori destacó el caso de una granja en Chapab que ha logrado reutilizar más del 70 por ciento del agua tratada, lo que ha reducido la extracción del recurso y permitido su uso en la limpieza y el riego de jardines y corrales.
Asimismo, advirtió que el problema del tratamiento de aguas residuales no se limita al sector industrial, ya que en Mérida cerca del 70 por ciento de las viviendas utilizan sumideros en lugar de fosas sépticas, y en las comunidades rurales la cifra se acerca al 100 por ciento, con casos de fecalismo al aire libre.
“Tenemos un problema serio de contaminación derivado de las aguas residuales domésticas”, subrayó.