La flor de cempasúchil es uno de los símbolos más representativos de México, especialmente durante la celebración del Día de Muertos, una de las tradiciones más queridas del país. Su presencia en los altares y ofrendas no solo llena de color y vida las festividades, sino que también conecta a los mexicanos con sus raíces más profundas.
Desde tiempos antiguos, esta flor ha tenido un papel especial en la cosmovisión mesoamericana: arqueólogos han encontrado evidencias de su uso ritual desde hace más de tres mil años, lo que demuestra su relevancia cultural y espiritual.
El nombre “cempasúchil” proviene del náhuatl Cempohualxochitl, que significa “flor de veinte pétalos” o “flor abundante”. Su color intenso, que recuerda al sol, fue asociado por los mexicas con la energía vital y con el camino que las almas siguen para reencontrarse con sus seres queridos.
De ahí surgió la creencia de que su brillo y aroma guían a los difuntos hacia las ofrendas colocadas en su honor. Con el paso del tiempo, esta flor se consolidó como un elemento esencial en las ofrendas y cementerios durante el Día de Muertos, trascendiendo generaciones y fronteras.
Actualmente, México, y particularmente el estado de Puebla, se destaca como uno de los principales productores de cempasúchil en el país. Sin embargo, en años recientes ha surgido una competencia inesperada: la flor de cempasúchil de origen chino. A pesar de que la especie es originaria de México, China ha logrado posicionarse como líder en su producción a nivel mundial, lo que ha generado preocupación entre productores locales y defensores del consumo nacional.
Ante esta situación, se vuelve esencial aprender a distinguir la auténtica flor de cempasúchil mexicana de la versión china. Reconocer sus diferencias no solo contribuye a preservar una tradición ancestral, sino también a fortalecer la economía local y valorar la biodiversidad nacional.
El cempasúchil chino y el mexicano se diferencian principalmente en su aroma (el mexicano es fuerte y el chino es tenue o nulo), su color (el mexicano es más vibrante, el chino es más opaco), su conservación (el mexicano dura más, el chino se marchita más rápido), y su presentación (el chino a menudo se vende en maceta y el mexicano en ramos). Otra diferencia clave es que las semillas del cempasúchil mexicano germinan, mientras que las del chino no.
Las plantas mexicanas también se distinguen por sus tallos delgados y hojas recortadas, de un verde vivo que delata su origen artesanal y natural. En los campos de Puebla, Morelos o Oaxaca (principales zonas productoras), los productores cultivan con cuidado cada planta, respetando su ciclo natural que va de septiembre a noviembre, justo a tiempo para honrar a los difuntos. Por eso, si encuentras flores disponibles durante todo el año o con precios bajos, es probable que no sean nacionales.
Elegir el cempasúchil mexicano es una manera de mantener vivas nuestras tradiciones y apoyar a los agricultores locales. Esto le da un valor especial a cada arreglo, a cada altar y a cada rincón decorado.
