● Este tiempo litúrgico es una oportunidad para realizar introspección y buscar el bien en nuestras acciones. En este 2025, el Adviento será del domingo 30 de noviembre al miércoles 24 de diciembre.
La temporada de Adviento marca el inicio del año litúrgico y abre un periodo de cuatro semanas que invita a la preparación espiritual para el nacimiento de Jesús. La Mtra. Araceli López Varela, responsable de Formación para Colaboradores de la IBERO Puebla, invita a reflexionar sobre el significado profundo de este tiempo de espera y vigilancia interior.
La académica señala que el Adviento es una oportunidad para revisar “cómo está el pesebre interior”, es decir, el lugar simbólico donde cada persona se dispone a recibir a Jesús. Retomando la imagen de los animales, el pajar y el cobijo del pesebre, invitó a preguntarse qué elementos del corazón ofrecen refugio y cuáles requieren limpieza para permitir el nacimiento de Dios en la vida cotidiana.
En este proceso, dijo, es fundamental reconocer los dones que Dios ha sembrado en cada persona, pero también identificar aquello que obstaculiza su fruto: la soberbia, la desesperanza, el orgullo o la falta de perdón. La actitud vigilante propia del Adviento ayuda a cultivar un corazón más abierto y dispuesto a acoger a Jesús.
La Mtra. López Varela explicó que la corona de Adviento es un símbolo central en estas semanas. Su forma circular representa el amor infinito de Dios; las velas, la luz de Jesús que guía la vida; y el follaje verde, el triunfo de la vida sobre la muerte. Cada elemento recuerda la invitación a mantener viva la fe y a orientar la mirada hacia lo esencial.
Cada vela posee un significado particular: la primera, la esperanza; la segunda, la paz —conocida como la vela de Belén—; la tercera, de color rosa, simboliza la alegría de quienes reconocen humildemente el llamado de Jesús; y la cuarta, de color morado, representa el amor que se encarna en su nacimiento. Algunas familias encienden una quinta vela blanca al centro de la corona para representar que Cristo ya ha nacido en el hogar.
Finalmente, la académica llamó a vivir este tiempo alejándose del ruido de la mercadotecnia y el consumismo para centrarse en lo verdaderamente importante, que, en su perspectiva, es cómo recibimos a Jesús en el corazón y cómo su presencia se vuelve viva en nuestros hogares y comunidades.
