El virus Coxsackie, común entre los niños y fácilmente transmisible, puede prevenirse con medidas sencillas pero efectivas. La base está en la higiene personal: lavarse las manos con agua y jabón varias veces al día es el primer escudo ante el contagio. También es importante cubrirse al toser o estornudar con el antebrazo, evitar tocarse el rostro con las manos sucias y decirle adiós, por ahora, a los saludos de beso.
En casa y en los espacios educativos, la limpieza juega un papel crucial. Desinfectar juguetes, mesas, manijas y objetos de uso común ayuda a eliminar los rastros del virus antes de que se propague. Si alguien presenta síntomas, como fiebre, dolor de garganta o erupciones, lo mejor es mantenerlo en reposo y lejos de la escuela hasta su completa recuperación. Además, se recomienda no compartir utensilios, alimentos o vasos, pues el contacto indirecto también puede transmitir la enfermedad.
Ante cualquier sospecha, consultar a un médico es esencial. La atención temprana evita complicaciones y permite cuidar a los demás al informar en la escuela o guardería para tomar medidas preventivas. Evita automedicarte y sigue las indicaciones profesionales. Con pequeñas acciones diarias, se puede frenar el avance de este virus y proteger la salud de toda la familia.
