El supertifón Ragasa, catalogado como uno de los fenómenos más intensos del año, dejó a su paso escenas de devastación en distintas regiones de Asia, con un saldo preliminar de 24 muertos. En Taiwán, las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales y el desbordamiento de un lago ocasionaron severos daños, mientras que en Filipinas se reportaron al menos diez víctimas a causa de marejadas y tormentas extremas.
Posteriormente, Ragasa impactó en el sur de China, afectando a ciudades como Hong Kong y Cantón con ráfagas de viento de gran intensidad y precipitaciones que provocaron cortes de energía, cierre de aeropuertos y evacuaciones masivas. Aunque el ciclón ha comenzado a debilitarse en su trayecto hacia Vietnam, las autoridades mantienen las alertas ante posibles desastres adicionales en la zona costera.
Actualmente, brigadas de rescate trabajan contrarreloj para atender a la población, restaurar servicios básicos y cuantificar las pérdidas materiales. Expertos advierten que, pese a la disminución de su fuerza, el ciclón aún representa una amenaza seria para comunidades vulnerables en el sudeste asiático.