México, es atravesado por numerosas fallas geológicas, grietas de la corteza terrestre de varios tamaños que pueden ocasionar grandes terremotos, convirtiendo al país en una de las zonas sísmicamente más activas del mundo.
De acuerdo con el Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a lo largo del país existen 17 fallas geológicas principales que atraviesan varios estados.
Una falla geológica se trata de una fisura en la superficie de la tierra y se origina cuando las fuerzas tectónicas son mayores que la resistencia de las rocas, además de que pueden tener hasta 200 kilómetros de profundidad, por lo que
es vital conocer su origen para comprender los riesgos naturales a los que está expuesta la población.
Entre las fallas que atraviesan el país está la falla de San Andrés, una de las más estudiadas y considerada de las más peligrosas y se extiende a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.
La Falla Mesoamericana que es crucial para la sismicidad en el sur de México y Guatemala; el Eje Volcánico Transversal que atraviesa el país y tiene un papel importante en su geología; la Falla de Santo Domingo en Nuevo León y se extiende a lo largo de aproximadamente 42 kilómetros.
Además de la Falla de Chacalapa-Juchatengo que se considera la unión entre el terreno Chatino (parte del terreno Xolapa) y el terreno Zapoteco (parte del terreno Oaxaca). Tiene una forma curva que se extiende hacia el sur a lo largo de unos 160 km en el sur del estado; la Falla de Oaxaca que se extiende de noroeste-noreste a sureste, con una longitud cercana a 150 km, abarcando desde la capital de Oaxaca hasta Tehuacán, Puebla.
Aunque México ha mejorado su preparación ante sismos mediante códigos de construcción más estrictos y sistemas de alerta temprana, la participación ciudadana en simulacros y la autoprotección son fundamentales, especialmente considerando que sismos de gran magnitud ocurren con frecuencia en el país.
Además depende de la seriedad con la que se tomen los simulacros que se llevan a cabo, la existencia de un plan de emergencia y la actualización constante de los protocolos y la tecnología.