En varios estados de Estados Unidos, sobre todo en ciudades como Filadelfia, Pittsburgh y Chicago, ha surgido una alarmante situación relacionada con una sustancia utilizada hasta hace poco solo en medicina veterinaria: la medetomidina. Este sedante está siendo agregado de forma clandestina al fentanilo y otras drogas ilícitas, generando efectos que preocupan a autoridades sanitarias y hospitales.
Lo que hace particularmente peligrosa a la medetomidina es que su acción es distinta a la de los opioides comunes. No es un opiáceo y provoca sedación profunda, alteraciones graves en la respiración y el ritmo cardíaco, además de síntomas de abstinencia más intensos. Incluso el uso de naloxona no logra revertir por completo sus efectos, complicando la atención médica de emergencia.
Además, su combinación con fentanilo ha generado crisis de abstinencia severas que requieren hospitalización y cuidados intensivos. Esta situación ha saturado servicios de emergencia en algunas regiones, encendiendo las alertas sobre una nueva y peligrosa etapa dentro de la crisis de drogas en Estados Unidos.
