Durante 2025, el Gobierno de Estados Unidos informó que más de 2.5 millones de inmigrantes en situación irregular han dejado el país, ya sea por deportación forzada o por salida voluntaria, una cifra que las autoridades han calificado como un hito sin precedentes en la política migratoria reciente. Según datos publicados por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), alrededor de 600 000 personas fueron deportadas formalmente, mientras que cerca de 1.9 millones optaron por regresar a sus países por cuenta propia, un total que ha sido descrito por representantes oficiales como un «logro monumental» del endurecimiento de las normas fronterizas y de interior impulsado por la actual administración. 
El Gobierno ha atribuido estos números al refuerzo de la vigilancia fronteriza, el despliegue de jueces migratorios adicionales para agilizar procesos de expulsión y campañas que incentivan la salida voluntaria de quienes se encuentran en el país sin autorización. Sin embargo, organizaciones defensoras de derechos humanos y algunos observadores internacionales han expresado preocupación, señalando que estas estrategias podrían haber implicado redadas agresivas y violaciones de garantías básicas, especialmente en contextos urbanos donde los inmigrantes residen y trabajan. 
A pesar de la celebración oficial, el fenómeno ha desatado debates intensos sobre el futuro de las políticas migratorias en Estados Unidos, la seguridad fronteriza y las implicaciones sociales y económicas de un éxodo de tal magnitud. Las cifras récord colocan a 2025 como uno de los años más significativos en la historia reciente de la migración hacia y desde el país norteamericano, marcando un antes y un después en la forma en que se aborda este complejo fenómeno.