El tifón Kalmaegi arrasó el centro de Filipinas dejando una estela de destrucción y luto. Vientos que superaron los 130 kilómetros por hora y lluvias torrenciales provocaron inundaciones masivas, deslaves y el colapso de viviendas, principalmente en la isla de Cebú. Miles de familias fueron desplazadas y numerosas comunidades quedaron incomunicadas por la caída de puentes y árboles.
Entre las víctimas se encuentra la tripulación de un helicóptero militar que realizaba labores de rescate y cayó en medio de la tormenta. Las autoridades han desplegado equipos de emergencia y voluntarios para brindar asistencia en albergues temporales, mientras se intenta restablecer la energía eléctrica y el acceso a las zonas más afectadas.
El gobierno filipino declaró estado de calamidad en varias provincias y pidió ayuda internacional para acelerar las tareas de recuperación. Aunque el tifón ya se dirige hacia Vietnam, su paso por el archipiélago deja una crisis humanitaria que podría agravarse si las lluvias continúan en los próximos días.
