El Museo del Louvre, uno de los recintos culturales más visitados del planeta, cerró sus puertas este lunes tras el inicio de una huelga encabezada por parte de su personal. La decisión sorprendió a miles de turistas que esperaban ingresar al icónico espacio parisino, pero respondió a un conflicto laboral que se venía gestando desde hace meses. Trabajadores de distintas áreas decidieron suspender actividades como medida de presión ante lo que consideran condiciones laborales insostenibles.
De acuerdo con los empleados, el aumento constante de visitantes no ha venido acompañado de mejoras en seguridad, salarios ni carga de trabajo, lo que ha generado desgaste físico y emocional. Los manifestantes señalan falta de personal suficiente, contratos precarios y una gestión que prioriza la rentabilidad turística sobre el bienestar de quienes mantienen en funcionamiento el museo. La huelga incluye vigilantes, personal de atención al público y trabajadores administrativos.
El cierre del Louvre reabre el debate sobre el impacto del turismo masivo en los grandes centros culturales de Europa y la necesidad de replantear sus modelos de operación. Mientras las autoridades francesas buscan un acuerdo para reanudar actividades lo antes posible, el paro se mantiene como un llamado de atención que va más allá del arte y apunta directamente a las condiciones laborales dentro de las instituciones culturales más emblemáticas del mundo.