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El gusano barrenador pone en jaque a la ganadería mexicana

La ganadería mexicana enfrenta un reto sanitario que ha encendido las alarmas en todo el país: el gusano barrenador, un parásito que afecta tanto a animales como a humanos, ha comenzado a extenderse con fuerza. Esta plaga, que invade heridas abiertas y provoca daños graves al ganado, ya fue confirmada en varios estados del sur como Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán, Quintana Roo y Veracruz, donde se han registrado centenares de casos en los últimos meses. Las autoridades han reforzado los cercos de vigilancia, ya que el impacto económico y sanitario de esta infestación podría ser de gran magnitud.

El problema no se limita únicamente a la región sureste. En el norte del país, Nuevo León reportó un caso confirmado en Sabinas Hidalgo, lo que elevó la preocupación, pues se trata de un punto estratégico cercano a la frontera con Estados Unidos. Además, se han emitido alertas en Coahuila, Chihuahua, Sonora, Tamaulipas y Durango, estados con gran producción ganadera que ahora deben redoblar esfuerzos para evitar que la plaga llegue a sus hatos. La presencia del gusano barrenador en estas zonas representa un riesgo no solo para los productores locales, sino también para el comercio internacional de carne y productos derivados.

La expansión de este parásito en diferentes puntos del país exige medidas inmediatas y coordinadas. Mientras que en el sureste se busca contener los brotes con tratamientos y campañas de prevención, en el norte se trabaja en protocolos de emergencia para frenar cualquier propagación. El escenario es complejo: por un lado, la diversidad climática favorece la supervivencia del insecto, y por otro, el movimiento constante de ganado entre regiones incrementa las probabilidades de contagio. Ante ello, expertos coinciden en que la colaboración entre productores, autoridades y comunidades rurales será clave para controlar una plaga que amenaza con convertirse en el mayor desafío sanitario para la ganadería mexicana en las últimas décadas.