El 15 de diciembre de 1832 vio nacer a uno de los genios que cambiarían la historia de la arquitectura moderna: Alexandre Gustave Eiffel, el ingeniero francés que más tarde daría vida a la emblemática Torre Eiffel, símbolo eterno de París y una de las obras más reconocidas del mundo. Su visión revolucionaria transformó la manera de construir estructuras metálicas y dejó un legado que sigue inspirando a generaciones enteras.
Por otro lado, en esta misma fecha, México vivió un momento clave para la formación de su identidad política y social. Ese día se publicó el manifiesto de Miguel Hidalgo, un documento en el que el Padre de la Patria proponía la creación de un Congreso capaz de emitir leyes justas, humanas y adecuadas a las necesidades de cada comunidad, dejando claro su deseo de construir un país guiado por la igualdad y la participación ciudadana.
Así, el 15 de diciembre une dos historias distintas pero igualmente trascendentes: mientras el mundo ganaba al visionario que levantaría una de las maravillas más icónicas de la ingeniería, México avanzaba hacia un proyecto político que buscaba ordenar y fortalecer la nación. Una fecha que recuerda que la grandeza también se escribe desde ideas valientes y obras que desafían el tiempo.
