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CUANDO LO AESTHÉTICO ENFRONTA LA MEMORIA

Una tendencia reciente está agitando el debate cultural: las ofrendas aesthetic. Se trata de altares para el Día de Muertos que privilegian una estética limpia, tonos neutros y mínimas decoraciones, con poca carga cromática y escasa abundancia. Esta reinterpretación busca armonía visual, dejando de lado ciertos elementos tradicionales para adaptarse a sensibilidades contemporáneas.

Sin embargo y aquí aparece el conflicto muchos críticos acusan que estas versiones minimalistas despojan a la tradición de su esencia simbólica. Al quitar color, objetos significativos y elementos rituales como el copal, no solo se transforma la apariencia, sino también el mensaje profundo: recordar, honrar, dialogar con los ausentes. Algunos consideran que esta práctica equivale a un “blanqueamiento simbólico” de la cultura mexicana, una forma de moldear lo ancestral con parámetros estéticos que ignoran la memoria colectiva.

Por otro lado, hay quienes defienden esas propuestas como adaptaciones legítimas en un mundo visual donde lo tradicional debe dialogar con lo contemporáneo. Para ellos, la ofrenda aesthetic puede ser una manera válida de mantener viva la costumbre, mientras no se borre su sentido ni se rompa su vínculo con la identidad.