Con la llegada de diciembre, los hogares mexicanos comienzan a llenarse de luces, adornos y preparativos para celebrar las fiestas. Entre ellos, la elección del árbol de Navidad es una de las tradiciones más significativas. Autoridades y productores forestales están invitando a la población a optar por árboles naturales nacionales certificados, al destacar que su compra genera beneficios ambientales, económicos y comunitarios.
Aunque persiste la idea de que los árboles artificiales son una alternativa más “ecológica” o económica, especialistas señalan lo contrario. Su fabricación requiere plástico, PVC y metales, además de un consumo considerable de energía y transporte. Una vez desechados, pueden tardar siglos en degradarse y aportan nulos beneficios a los ecosistemas.
En contraste, México cuenta con diversas Plantaciones Forestales Comerciales reguladas y certificadas por la Comisión Nacional Forestal (Conafor), donde cada ejemplar se produce bajo manejo técnico y prácticas sustentables. Este proceso involucra a familias campesinas que dedican entre siete y diez años al cultivo: seleccionan semillas, cuidan el suelo, realizan podas formativas y vigilan el crecimiento de especies como oyamel, abeto, ayacahuite, ciprés y falso ciprés.
Durante ese periodo, los árboles capturan dióxido de carbono, contribuyen a la generación de oxígeno y promueven la recuperación de terrenos agrícolas que se transforman en áreas arboladas, favoreciendo la biodiversidad y la infiltración de agua. Además, la compra de árboles certificados disminuye riesgos fitosanitarios, ya que evita el ingreso de plagas y enfermedades provenientes de otras regiones o países.
Las plantaciones también se han convertido en destinos de recreación familiar. Muchas ofrecen recorridos guiados, talleres ambientales y actividades ecoturísticas que permiten a las y los visitantes conocer el proceso de cultivo y el valor ecológico de estas especies.
