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El origen del beso podría ser millones de años más antiguo de lo que creíamos

Un nuevo estudio científico acaba de mover las piezas de la historia humana… con un gesto tan cotidiano como universal: el beso en los labios. Investigadoras de la Universidad de Oxford y del Florida Institute of Technology descubrieron que este comportamiento no nació con los humanos modernos, sino que podría haberse originado en un ancestro común de los grandes simios hace entre 21,5 y 16,9 millones de años.

La investigación, publicada en Evolution and Human Behavior, sugiere que el beso —entendido como contacto boca con boca, sin agresión y sin intercambio de alimento— es un rasgo antiquísimo en nuestro linaje evolutivo. Mucho más antiguo que Homo sapiens, que apareció “apenas” hace unos 300 mil años.

Para reconstruir la historia del beso, el equipo tuvo que usar creatividad científica.

No hay huesos ni herramientas que lo registren, así que recurrieron a:

– Observaciones de primates vivos (chimpancés, bonobos, gorilas, orangutanes y algunos monos del Viejo Mundo).
– Registros de campo, estudios previos y videos documentales.
– Un árbol evolutivo actualizado de todas estas especies.
– Modelos estadísticos bayesianos capaces de estimar qué comportamientos compartían sus ancestros extintos.

Tras ejecutar millones de simulaciones, el resultado fue claro: el ancestro común de los grandes simios probablemente ya practicaba algún tipo de beso.

Humanos, chimpancés y bonobos muestran hoy formas distintas de besarse, lo que refuerza la idea de una continuidad evolutiva.

Incluso algunas especies de monos exhiben comportamientos parecidos, aunque el estudio sugiere que esos gestos habrían surgido de forma independiente, no heredados del mismo origen.

¿Y los neandertales? Todo apunta a que sí… también besaban

Los modelos filogenéticos usados por el equipo permiten estimar comportamientos en especies humanas extintas.

Según el análisis, es muy probable que los neandertales ya besaran, dado que compartían ancestros con nosotros que probablemente lo hacían.

Esto coincide con otras investigaciones que encontraron bacterias orales comunes entre neandertales y humanos modernos, un indicio de interacciones cercanas y con contacto salival.

Aunque el beso romántico o sexual solo aparece en la mitad de las culturas humanas actuales, esto no contradice su antigüedad. Más bien indica que un comportamiento biológico ancestral puede adoptar distintos significados —o incluso desaparecer— según las sociedades.

El estudio plantea que gestos relacionados con el cuidado madre-cría (como limpiar la boca del bebé o calmarlo con contacto oral) podrían haber sido la base biológica desde la cual el beso evolucionó para adquirir funciones sociales o sexuales.

Las investigadoras repasaron varias hipótesis sobre su utilidad original:

1.- Reforzar vínculos sociales.
2.- Intercambiar microbios útiles o información química.
3.- Facilitar conductas sexuales.
4.- Evaluar compatibilidad entre potenciales parejas.

Por ahora, no hay una respuesta única. Oxford señaló que se necesitan más estudios sobre primates silvestres para entender cómo se distribuye y qué funciones cumple este comportamiento en la naturaleza.