Entre fe, música y gratitud: peregrinos llenan el Santuario en honor a la Virgen de Guadalupe
Desde antes del amanecer, comenzaron a llegar grupos de danzantes y familias que cada 12 de diciembre renuevan una tradición que pasa de generación en generación. Entre aroma a incienso, el retumbar de los tambores y rostros cansados pero emocionados, la devoción volvió a reunir a quienes encuentran en la Virgen un motivo de esperanza y agradecimiento.
Adal Gutiérrez, danzante desde los nueve años, acudió acompañado de amigos y su familia. Para él, cada año es un acto de gratitud.
A unos pasos, Montaño Ramírez sostiene que su presencia aquí es una promesa de vida. Cuenta que nació enfermo y perdió a dos hermanos recién nacidos, pero su madre encomendó su salud a la Virgen y él logró sobrevivir. Desde entonces, asegura, no ha dejado de danzar.
Con historias como estas, el Santuario se convierte en un mosaico de fe y memorias. Para unos es tradición; para otros, una promesa cumplida. Pero para todos, es un momento para detenerse, agradecer y reencontrarse con aquello que les da fuerza para seguir.