Han pasado dos días desde que explotó la pipa de gas en Iztapalapa, en la Ciudad de México y los sentimientos de impotencia y de dolor no dan tregua….
Daniela Barragán, una joven que por una desafortunada jugada del destino se encontraba en el lugar de la tragedia, tras la explosión, fue buscada incansablemente por sus familiares. Tras horas de angustia, la encontraron en un hospital cercano. Sin embargo, pocas horas después falleció a causa de las graves quemaduras que cubrían su cuerpo.
Hoy, su novio, quien la buscó durante horas sin descanso, se despidió de Daniela a través de sus redes sociales: “Perdí a mi futura esposa… nunca supe lo que era amar con tanta intensidad”, escribió.
Además, ante los medios, el joven pidió una oración por ella y suplicó que siempre la recuerden como una mujer alegre y carismática.
“No queda de otra más que afrontarlo como Dani hubiera querido… bromeando, con una sonrisa en la cara. A ella no le hubiera gustado vernos llorar. Ella decía que cuando llorabas y sabías que hay alguien arriba viéndote, entonces ya no había nada más por qué llorar”, comentó Brayan Ramos, novio de Daniela.
También se informó que Jorge Islas, un querido profesor de arte del Instituto Politécnico Nacional, perdió la vida a causa de las graves quemaduras que sufrió.
Las llamas lo encontraron cuando el querido maestro regresaba a casa en una combi. Tras la explosión, su hijo se enteró del paradero de su padre gracias a que una persona desconocida contestó su teléfono.
Jorge Islas ha dejado el mundo terrenal, pero sus enseñanzas, bocetos y murales se quedan para siempre como su legado.
Pero en medio de estas historias infinitas y de esta aterradora desgracia, también hay quienes agradecen a un poder supremo por haber salvado a su familia de uno de los episodios más desgarradores en la historia del país.
Tal es el caso de Mariana, quien visiblemente conmovida confesó haber comprado 40 gelatinas para el personal médico y los familiares de las víctimas, motivada por el deseo de ayudar y como una forma de agradecer lo que pudo ser y no fue.
“Porque mis hermanas estudian en la escuela que está ahí; entonces a una de ellas se le olvidó su termo y se regresó, por esos minutos ella no estuvo ahí. Y mi otra hermana salió temprano. Llegó a la 1 y la pipa explotó a las 2. Estoy agradecida porque a mis hermanas no les pasó nada”, expresó Mariana, vecina de la zona.
La generosidad y la bondad de los vecinos, así como de muchas otras personas, ha sido desbordante.
No obstante, en contraste, también han surgido unos pocos que intentan aprovecharse de la tragedia.
Un hombre fue sorprendido pidiendo dinero en el Hospital Magdalena de las Salinas. Alegaba que su hija había muerto en la explosión de una pipa en Iztapalapa.
Sin embargo, personal médico lo identificó: en otras ocasiones ya había inventado la muerte de familiares para aprovecharse de la solidaridad de quienes buscan ayudar.
Mientras los datos sobre esta explosión de gas se actualizan minuto a minuto, vecinos de la zona y familiares de las víctimas han hecho lo único que pueden: donar comida y víveres de manera desbordada, esperar, montar un altar improvisado para honrar a las víctimas y aferrarse a la esperanza de un milagro para los más afectados.
Cada persona presente tuvo un destino distinto: unos lograron salvarse, otros murieron en el instante, y algunos aún se debaten entre la vida y la muerte. Hasta ahora nadie entiende del todo el por qué ocurrió esta tragedia, pero cada quien intenta enfrentarla de la mejor manera posible.