Desde Ecatepec, Estado de México, Luis Alberto Pérez Tejeda ha hecho de los semáforos su escenario y de los malabares su forma de vida. Con machetes en mano y cicatrices en el cuerpo como testigo, Luis lleva más de ocho años perfeccionando su arte callejero, viajando por 16 estados de la República, acompañado de su esposa y su perrita.
Luis descubrió su vocación desde joven, empezando con pelotas antes de atreverse con machetes. A pesar de los riesgos, sigue presentándose en calles y boulevares, como ahora en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, donde cada noche enciende fuego para asombrar a quienes pasan.
Él no ve su vida como un sacrificio, sino como una elección por la libertad. El dinero que gana lo invierte en lo esencial: comida, herramientas para sus artesanías y, cuando se puede, algún gustito.
El mensaje que Luis manda a la ciudadanía es demasiado preciso; ya que mención que la vida se trata de disfrutar lo que se hace. Y es precisamente eso lo que él y su familia han encontrado en el arte: una forma de vivir libres, felices y en movimiento
