A veces el corazón se rompe en silencio. Así lo vivió Elizabeth Pfeiffer, cuando su perrito —compañero fiel por 11 años— partió en octubre pasado. En medio del duelo, nació algo profundamente hermoso, “Huellitas de Luz”, un taller para honrar a esos seres que nos acompañaron con amor incondicional.
Este tipo de espacios que ha creado, está enfocado en una actividad manual, es un espacio para sanar. Aquí, los asistentes crean una vela desde cero, con cera de soya, eligiendo colores como el morado o naranja, y aromas a pan de muerto o cempasúchil. Cada detalle tiene un propósito: recordar, agradecer, llorar si es necesario y sonreír por todo lo vivido.
Lo más noble de Huellitas de Luz es que el taller, es que todo lo reunido se destina a ayudar a otros rescatistas. Elizabeth quiso que este acto fuera también un legado de su perrito. La pérdida se convierte así en semilla, en ayuda, en comunidad.
Y como el amor no conoce fronteras ni calendarios, Elizabeth sueña con llevar este taller a más lugares. Y planea más fechas fuera de la temporada del Día de Muertos, porque cada día es válido para recordar y abrazar a quienes marcaron nuestras vidas con su presencia silenciosa pero eterna. Huellitas de Luz no solo honra a los que se fueron… también ilumina a los que se quedan.