En medio del ir y venir de una ciudad que pocas veces se detiene, Evangelina aparece cada día con su hermana Cecilia, unas hermanas de cuerpo pequeño y salud frágil que tienen dificultad de movilidad por sí solas…la falta de recursos, la escasa ayuda familiar y el peso emocional de cargar con todo.
Cada consulta médica, cada terapia, cada medicamento, implica un gasto que Evangelina apenas puede cubrir vendiendo o pidiendo apoyo en la calle. Cecilia se ubica en otro punto del centro en compañía de su tutora doña María Isabel, vendiendo frutas de temporada y esperando el apoyo de la comunidad.
Aunque su entorno familiar le ha dado la espalda y sus recursos son mínimos, su voluntad es inmensa.
Las hermanas Gómez son una muestra de resilencia, que día a día arriban hasta el centro de Tuxtla, vendiendo sus productos y pidiendo apoyo con respeto y dignidad, sabiendo que su historia no busca lástima, sino empatía. Aun con miedo, siguen adelante, sabiendo que se tienen la una a la otra.
