Con una bolsa al hombro y una voluntad inquebrantable, Doña Carmen, recorre las calles del fraccionamiento Jardines del Grijalva todos los lunes y jueves, recolectando cartón, botes y plástico para vender. Desde hace ocho años, esta labor se ha convertido en su forma honesta de ganarse la vida. Aunque ahora presenta un problema en sus rodillas, ella siempre sale a trabajar con entusiasmo.
Aunque no está sola en esta tarea, su familia también se dedica a la recolección, trabajando unidos para juntar lo suficiente y sostenerse con lo que la calle les ofrece. Aunque los ingresos son modestos —alrededor de 500 a 600 pesos por jornada—, a Doña Carmen le basta con lo necesario.
Doña Carmen ha enfrentado momentos difíciles, como la pérdida de su esposo hace casi nueve años, pero nunca ha dejado de luchar. Sus hijos la apoyan cuando pueden, pero ella prefiere mantenerse activa y útil.
Agradecida por la solidaridad que ha recibido de algunas personas en la colonia, Doña Carmen asegura que seguirá en las calles mientras su cuerpo se lo permita. Hoy, la historia de esta gran mujer, es reflejo de muchas familias que, desde el anonimato, hacen del reciclaje una forma digna de vida.