La población de adultos mayores enfrenta una creciente y alarmante vulnerabilidad ante el fraude bancario, a tal grado que este sector genera seis de cada 10 reclamaciones atendidas por la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).
Esta escalada de ciberdelitos también pone en riesgo a los beneficiarios de programas sociales, con la meta de obtener claves y acceso a sus cuentas.
Los datos de la Condusef indican que la población adulta mayor es atacada principalmente a través de llamadas telefónicas, mensajes de texto y correos electrónicos.
En la mayoría de los casos atendidos, la estrategia es la suplantación de identidad. Los delincuentes se hacen pasar por empleados de un banco o de una dependencia de gobierno, pidiendo claves con el argumento de que la cuenta de la víctima está en riesgo y que ellos pueden “ayudar a evitarlo”.
La efectividad de estos fraudes radica en que explotan la cortesía y la confianza de los adultos mayores, creando una falsa sensación de urgencia, miedo o la promesa de un premio. Esto provoca que la víctima actúe de forma precipitada y sin reflexión.
Hasta en un 72 por ciento de estos casos, las víctimas no sólo comparten su clave bancaria, sino que también otorgan datos personales completos, como su dirección, fecha de nacimiento e información de sus familiares, facilitando el desarrollo de los fraudes.
La principal razón de esta vulnerabilidad se atribuye a la poca familiaridad con la tecnología, pero también a que atienden las llamadas o responden los mensajes sin consultar a un familiar o persona de confianza.
En Chiapas, la Policía Cibernética detectó en 2024 modalidades de suplantación de identidad o “phishing” dirigidas a usuarios de instituciones financieras como BBVA y Banamex.
Los delincuentes enviaban correos electrónicos que alertaban sobre la suspensión o bloqueo de cuentas, solicitando a las víctimas hacer clic en enlaces maliciosos para robar sus credenciales.
