Se cumplen 40 años del sismo del 19 de septiembre de 1985, uno de los más devastadores en la historia reciente de la capital mexicana. Con una magnitud de 8, el movimiento telúrico provocó daños estructurales graves y cientos de muertes, transformando la forma en que la Ciudad de México aborda la prevención y la protección civil.
El geofísico Carlos Valdés González destacó la importancia de recordar las lecciones de aquel terremoto. Subrayó que los sismos no solo afectan físicamente, sino también psicológicamente a la población. Señaló que la preparación ciudadana y el fortalecimiento de los inmuebles resultan fundamentales para minimizar riesgos ante futuros movimientos sísmicos.
Valdés explicó que el sismo de 1985 se originó frente a las costas de Michoacán. Expertos han señalado que la brecha sísmica de Guerrero representa un posible epicentro de un próximo gran sismo. Según el científico, un terremoto de magnitud 8 en esa zona se sentiría con mayor intensidad en la capital debido a la menor distancia, lo que aumentaría la presión sobre los edificios y la infraestructura urbana.
El aniversario de este evento se conmemora mientras autoridades y ciudadanos recuerdan la importancia de los simulacros y la educación en protección civil. En la Ciudad de México se realizan cada año ejercicios para medir la capacidad de reacción ante emergencias y reforzar los protocolos de evacuación.
Además del riesgo sísmico, la capital enfrenta otros desafíos recientes, como inundaciones y accidentes viales. Este pasado 9 de septiembre, diversas zonas activaron alerta amarilla por lluvias intensas, mientras que incidentes en Atlacomulco y Ecatepec han puesto de manifiesto la necesidad de planes de respuesta rápida ante emergencias. La combinación de fenómenos naturales y eventos humanos refuerza la relevancia de la preparación ciudadana y de la vigilancia constante por parte de autoridades.